En la portada de sus tres libros más leídos dice que son novelas, pero al leerlos se vive casi toda la historia política, social y cultural dominicana desde Trujillo hasta Antonio Guzmán y se recorre la ciudad visitando lugares conocidos, tropezando con figuras familiares, latentes, muy vivas en la memoria por sus actuaciones positivas o nefastas en los gobiernos, partidos y cuarteles, la literatura, el arte, la espiritualidad, las guerrillas, la revolución de abril o los funestos doce años del balaguerato.
Ni siquiera El Universo de los Poetas Muertos escapa a ese conocimiento de lo real y existente que presiente el lector cuando se adentra sin parar en la boda que culminó en accidente en Las Américas, del que el novio quedó convertido en vegetal al que regresan desde el otro mundo tantos intelectuales a compartir un trago o un café en los bares del Conde, frente al parque Colón o en otros sitios famosos de la zona colonial.
Las obras están escritas con dominio de la gramática insuperable, con conocimiento tan profundo del género que se imagina al autor como un consagrado escritor tanto por la calidad de su estilo como por los hechos narrados, contados con la propiedad de quien los ha vivido. No ofrece su fecha de nacimiento y, aunque en la contraportada se publica su fotografía, ya casi nadie toma ese indicio como referencia sobre todo después de las magias que permite la tecnología digital.
¿Quién es? ¿A qué generación pertenece? ¿Militó en la izquierda? ¿Se alzó junto a Manolo o a Caamaño? ¿Fue un cabeza caliente de la UASD, un furibundo antitrujillista o un insurrecto contra el Consejo de Estado, el Triunvirato o el Reformismo? Son preguntas que se antojan tras la lectura de Vida de un Tormento o de Un Período de Sombras.
Pero Edwin Disla, que en estos ejemplares se revela también como maestro del suspenso, nació en Mao, el tres de mayo de 1961. Sus trabajos, aunque enmarcados en el género de la narrativa, son el resultado de arduas tareas de investigación en archivos y bibliotecas, o basados en testimonios de personas que experimentaron las situaciones que narra, declaró.
Vida de un Tormento está ambientada en la llamada Era de Trujillo y, como las otras dos, el misterio que envuelve la vida de Morín, un hijo del Generalísimo que nunca supo quien fue su padre, logra mantener en vilo al amante de este largo período histórico que Disla cubre con todos los detalles de la época: música, canciones, vestimenta, celestinos, haciendas, calieses, secretarios de Estado, lecturas, creencias, maquinaciones, intrigas, entregas de niñas a “El Jefe” por parte de sus padres, atentados, tramas y amoríos del caudillo con las esposas de sus ministros más leales.
Tan excitante y bien documentado es el volumen, que llamó la atención de los integrantes del grupo Los Rinocerontes, quienes la llevaron al teatro, en Neyba. La primera edición es de 1997, por lo que el escritor se apresura a observar su salida previa a La Fiesta del Chivo, de Mario Vargas Llosa. “Si hay parecido, no es la mía con la de él, yo la escribí dos años antes”, explica el literato en un breve encuentro para conocerlo y retratarlo.
Ni siquiera El Universo de los Poetas Muertos escapa a ese conocimiento de lo real y existente que presiente el lector cuando se adentra sin parar en la boda que culminó en accidente en Las Américas, del que el novio quedó convertido en vegetal al que regresan desde el otro mundo tantos intelectuales a compartir un trago o un café en los bares del Conde, frente al parque Colón o en otros sitios famosos de la zona colonial.
Las obras están escritas con dominio de la gramática insuperable, con conocimiento tan profundo del género que se imagina al autor como un consagrado escritor tanto por la calidad de su estilo como por los hechos narrados, contados con la propiedad de quien los ha vivido. No ofrece su fecha de nacimiento y, aunque en la contraportada se publica su fotografía, ya casi nadie toma ese indicio como referencia sobre todo después de las magias que permite la tecnología digital.
¿Quién es? ¿A qué generación pertenece? ¿Militó en la izquierda? ¿Se alzó junto a Manolo o a Caamaño? ¿Fue un cabeza caliente de la UASD, un furibundo antitrujillista o un insurrecto contra el Consejo de Estado, el Triunvirato o el Reformismo? Son preguntas que se antojan tras la lectura de Vida de un Tormento o de Un Período de Sombras.
Pero Edwin Disla, que en estos ejemplares se revela también como maestro del suspenso, nació en Mao, el tres de mayo de 1961. Sus trabajos, aunque enmarcados en el género de la narrativa, son el resultado de arduas tareas de investigación en archivos y bibliotecas, o basados en testimonios de personas que experimentaron las situaciones que narra, declaró.
Vida de un Tormento está ambientada en la llamada Era de Trujillo y, como las otras dos, el misterio que envuelve la vida de Morín, un hijo del Generalísimo que nunca supo quien fue su padre, logra mantener en vilo al amante de este largo período histórico que Disla cubre con todos los detalles de la época: música, canciones, vestimenta, celestinos, haciendas, calieses, secretarios de Estado, lecturas, creencias, maquinaciones, intrigas, entregas de niñas a “El Jefe” por parte de sus padres, atentados, tramas y amoríos del caudillo con las esposas de sus ministros más leales.
Tan excitante y bien documentado es el volumen, que llamó la atención de los integrantes del grupo Los Rinocerontes, quienes la llevaron al teatro, en Neyba. La primera edición es de 1997, por lo que el escritor se apresura a observar su salida previa a La Fiesta del Chivo, de Mario Vargas Llosa. “Si hay parecido, no es la mía con la de él, yo la escribí dos años antes”, explica el literato en un breve encuentro para conocerlo y retratarlo.
Un Período de Sombras
El teniente Jesús de la Rosa, ahora en el alto mando constitucionalista, Douglas Lucas, el francotirador norteamericano de la revista Life que ganó fama por las personas que abatió con sus disparos, Monte Arache y sus hombres rana, “La Coronela”, Balaguer, el CEFA, Bosch, Manolo Tavárez, Pupo Román, el SIM, Ramfis, Rodríguez Echavarría, la Unión Cívica, el Consejo de Estado, el MPD, Cevicos, son personas, organizaciones, actuaciones y sitios que dan la impresión de que son reales, citados para tejer una historia convulsa en la que otros actores, supuestamente imaginarios se confunden entre romances y combates, oposición en la clandestinidad, movimientos urbanos o en las lomas, planes insurreccionales, derrotas, muertes, infiltrados, delatores y mártires.
No obstante, es ficción, afirma Disla, aunque todo el texto, salvo los personajes inventados, son reflejo de ese acontecer reciente y agitado que él inicia en 1959 con la expedición de junio, pasando por el ajusticiamiento del dictador, los golpes de Estado, las juntas cívico-militares, los triunviratos, el Consejo de Estado, Joaquín Balaguer, Guzmán Fernández.
Marchas y bombazos, levantamientos armados, traidores y héroes, arbitrariedad y represión, víctimas y asesinos son, sin embargo, tan conocidos que más que narrativa. Un Período de Sombras luce como sucesión de acontecimientos reales narrados con el encanto de los amores jóvenes, los encuentros furtivos entre amantes de ideología contraria, las escapadas a las playas robando horas a la lucha para tener sexo en la arena, al vaivén de las olas o en fugas a los arroyos para escuchar, cuando el ruido de los helicópteros lo permite, a Charles Aznavour o a Piero cantándole a la piel cansada de la tarde.
Es novela, reitera Disla, pese a los soldados conocidos, los riachuelos de la Cordillera Central recorridos por héroes ya abatidos, los centinelas y las emboscadas de que dan cuenta los que han sobrevivido al salvajismo. “Tienes que leerlos como novela, no como libros de historia”, aconseja Edwin Disla.
El libro de los espíritus
El Universo de los Poetas Muertos es el más reciente. Edwin Disla asegura que es el primer dominicano que escribe desde el plano astral, etéreo, de ánimas que vienen a comunicarse con Ramiro, el poeta cuyo cuerpo yace en coma después de la tragedia de sus nupcias pero que viaja en espíritu por el Roxy, La Cafetera, El Panamericano o El Palacio de la Esquizofrenia donde se congrega una intelectualidad fácilmente descifrable por sus hechos, más no por sus nombres, obras de la inventiva del autor.
Casi todo el andar de ese bardo que es experto médium retornando de París, se produce por las calles y ruinas de la Ciudad Colonial donde sin querer y prácticamente sin saberlo es engendrado Gacho, el fenómeno que es su hijo oculto, ignorado, despreciado, que lo acosa en los restaurantes, para su vergüenza.
Y tanto como dar el conocer el ocultismo y el secreto de esa criatura deforme, monstruosa, el ejemplar cuestiona a los poetas vivos de generaciones recientes, integrantes de logias excluyentes, despiadados en sus críticas mordaces “que sin haber publicado un libro y sin haber estudiado a fondo el arte de escribir poesías ya se creían mejores poetas que Octavio Paz, César Vallejo y Neruda y desde esa óptica veían a sus colegas del Taller Literario César Vallejo como pobres diablos perdidos en sus mediocridades”.
Edwin Disla, que además publicó una Historia de la Revolución Nicaragüense, es hijo de Evaristo Disla y Lourdes Rojas de Disla. Es egresado de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, donde se graduó como ingeniero civil, profesión que ejerce, consciente de que no hay vida en su verdadera vocación, que es literaria.
El teniente Jesús de la Rosa, ahora en el alto mando constitucionalista, Douglas Lucas, el francotirador norteamericano de la revista Life que ganó fama por las personas que abatió con sus disparos, Monte Arache y sus hombres rana, “La Coronela”, Balaguer, el CEFA, Bosch, Manolo Tavárez, Pupo Román, el SIM, Ramfis, Rodríguez Echavarría, la Unión Cívica, el Consejo de Estado, el MPD, Cevicos, son personas, organizaciones, actuaciones y sitios que dan la impresión de que son reales, citados para tejer una historia convulsa en la que otros actores, supuestamente imaginarios se confunden entre romances y combates, oposición en la clandestinidad, movimientos urbanos o en las lomas, planes insurreccionales, derrotas, muertes, infiltrados, delatores y mártires.
No obstante, es ficción, afirma Disla, aunque todo el texto, salvo los personajes inventados, son reflejo de ese acontecer reciente y agitado que él inicia en 1959 con la expedición de junio, pasando por el ajusticiamiento del dictador, los golpes de Estado, las juntas cívico-militares, los triunviratos, el Consejo de Estado, Joaquín Balaguer, Guzmán Fernández.
Marchas y bombazos, levantamientos armados, traidores y héroes, arbitrariedad y represión, víctimas y asesinos son, sin embargo, tan conocidos que más que narrativa. Un Período de Sombras luce como sucesión de acontecimientos reales narrados con el encanto de los amores jóvenes, los encuentros furtivos entre amantes de ideología contraria, las escapadas a las playas robando horas a la lucha para tener sexo en la arena, al vaivén de las olas o en fugas a los arroyos para escuchar, cuando el ruido de los helicópteros lo permite, a Charles Aznavour o a Piero cantándole a la piel cansada de la tarde.
Es novela, reitera Disla, pese a los soldados conocidos, los riachuelos de la Cordillera Central recorridos por héroes ya abatidos, los centinelas y las emboscadas de que dan cuenta los que han sobrevivido al salvajismo. “Tienes que leerlos como novela, no como libros de historia”, aconseja Edwin Disla.
El libro de los espíritus
El Universo de los Poetas Muertos es el más reciente. Edwin Disla asegura que es el primer dominicano que escribe desde el plano astral, etéreo, de ánimas que vienen a comunicarse con Ramiro, el poeta cuyo cuerpo yace en coma después de la tragedia de sus nupcias pero que viaja en espíritu por el Roxy, La Cafetera, El Panamericano o El Palacio de la Esquizofrenia donde se congrega una intelectualidad fácilmente descifrable por sus hechos, más no por sus nombres, obras de la inventiva del autor.
Casi todo el andar de ese bardo que es experto médium retornando de París, se produce por las calles y ruinas de la Ciudad Colonial donde sin querer y prácticamente sin saberlo es engendrado Gacho, el fenómeno que es su hijo oculto, ignorado, despreciado, que lo acosa en los restaurantes, para su vergüenza.
Y tanto como dar el conocer el ocultismo y el secreto de esa criatura deforme, monstruosa, el ejemplar cuestiona a los poetas vivos de generaciones recientes, integrantes de logias excluyentes, despiadados en sus críticas mordaces “que sin haber publicado un libro y sin haber estudiado a fondo el arte de escribir poesías ya se creían mejores poetas que Octavio Paz, César Vallejo y Neruda y desde esa óptica veían a sus colegas del Taller Literario César Vallejo como pobres diablos perdidos en sus mediocridades”.
Edwin Disla, que además publicó una Historia de la Revolución Nicaragüense, es hijo de Evaristo Disla y Lourdes Rojas de Disla. Es egresado de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, donde se graduó como ingeniero civil, profesión que ejerce, consciente de que no hay vida en su verdadera vocación, que es literaria.